Aunque ha pasado ya más de un año desde que la Selección Nacional de Futbol de España ganó el Mundial, sigo tener sentimientos opuestos cada vez que veo la escena abajo.
En este clip de vídeo del Canal GMA de Filipinas, vemos a un grupo de "fans" de la Furia Roja celebrando la victoria en el Instituto Cervantes de Manila. De todas formas, me alegro verlo así.
Pero fijaós después del minuto 01:32. Entrevistan a dos jóvenes filipinos, queno puedencontener su emoción. Lo hacen en inglés--imitando un acento yanqui. Normal para los élites del país. Pero lo que me dió un poco de asco es cuando el joven exclamó su "Go, Saint AY-ker!" a 01:42. Ni siquiera pudo un "¡Gracias, San Iker!"
Los pobres. Sus corazones laten a un ritmo hispano; se ve en las caras y en el lenguaje corporal. Pero por desgracia, sus mentes y sus bocas no pueden expresar realmente lo que se sienten dentro, porque no han recibido la formación adecuada en la lengua de la Madre Patría. La Restauración es un reto dificil pero no imposible. No les podemos fallar.
Me apasiona mucho la historia, así que narativos personales como éste siempre me fascina, y en este caso en particular, también me hace reflexionar como hubiera sido muy diferente la vida de este hombre si no le pasara esta horrible tragedia.
Después de más de 10 años acumulando polvo en mi estantería, realicé mi meta de re-leer la obra maestra de Rizal en el castellano original. ¡Fue pura aventura!
Ahora más que nunca, creo sin duda que hay ciertas cosas que se pierden en la traducción. Para entrar de verdad en la mente de Rizal y para sumergirse en aquel mundo de las Islas Filipinas bajo la 1ª Restauración borbónica, valdría la pena leer el libro en español. De hecho, no sabía yo que aún en los finales del siglo XIX, se empleaba el voseo reverencial en Filipinas--como ocurre en los diálogos entre Ibarra y Elías.
¿Se puede imaginar, por ejemplo, a Doña Victorina chapurreando el español con acento andalúz en la versión tagala o inglesa?
Sin embargo, el Noli es una obra de ficción y pertenece a su época. No se lo puede considerar como la historia épica del pueblo filipino ni utilizarlo para condenar a todos los frailes españoles en aquel tiempo. Noto también que, al igual que muchos europeos intelectuales de ese periodo, Rizal tenía esa confianza total, esa fé optimística, en las ciencias, que éstas le trajeran nada más que el progreso y el bienestar al mundo. Años después, muerto ya Rizal, esta creenciaserompiócon la llegada delaPrimera GuerraMundial.
Lamentablemente, a diferencia de otras naciones hispanas, Filipinas no posee una larga tradición literaria (¿alguien me pueda decir por qúe?). Y ahora tampoco es un país intelectual. A la mayoría de la gente le bastan las comedias baratas, las telenovelas melodramáticas, y los programas de variedades en la tele.
Pues ahí tenéis la gran ironía: el héroe nacional filipino sobre el pedestal--librepensador, autor, médico, lingüista, culto, un hombre del Renacimiento de su época... ¿Pero cuantos filipinos hoy siguen su ejemplo?